
Hakuho, el luchador mongol de sumo más laureado en marzo y único "yokozuna" junto con su compatriota Asashoryu, dijo hoy que le gustaría que este deporte nipón milenario se convirtiera en disciplina olímpica por su creciente popularidad.
No obstante, según dijo en una rueda de prensa este luchador de un metro 92 centímetros, más de 150 kilos de peso y 24 años de edad aún es pronto para adelantar esa posibilidad, ya que se limita la entrada de luchadores de fuera de Japón.
Hakuho se ha convertido en la gran promesa de este deporte de lucha, nacido alrededor del siglo VII, tras ganar de nuevo este mes a Ashashoryu, el mejor "yokozuna" (gran campeón) de la actualidad y acercarse con diez victorias al récord de 23 de su compatriota, cinco años mayor.
El gigantesco Hakuho, cuyo nombre significa "fénix blanco", aseguró que esta disciplina podría convertirse en olímpica debido a la popularidad que está adquiriendo fuera de Japón y visto el número de luchadores y aficionados extranjeros.
No en vano Hakuho, que comenzó a competir en 2001, es hijo de un histórico luchador de sumo en Mongolia y medallista olímpico de lucha libre.
El joven mongol, llamado a suceder al mediático Ashashoryu, dijo entre risas que su vida diaria se limita a comer, entrenar y dormir, ya que debe mantener su tonelaje y su musculatura, admirada por los aficionados japoneses.
"El entrenamiento es muy duro, cuando llegué a Japón para convertirse en rikishi (luchador) lloraba mucho y extrañaba mi tierra", confesó Hakuho, que dijo que tras 20 minutos de golpes y empujones su mente sólo se centra en mejorar y ganar.
La Copa del Emperador, la principal competición de sumo de Japón, reúne cada dos meses a lo más granado del ritual universo de esta lucha arraigada en la cultura nipona, en la que reinan los dos mongoles y donde compiten un estonio, un georgiano y un búlgaro.
No obstante, la Asociación Japonesa de Sumo limita la entrada de extranjeros a esta competición a pesar de que ningún japonés ha sido "yokozuna" desde 2003 cuando se retiró el tokiota Takanohana.
"Sería bueno ver a gente de todo el mundo luchando en una gran competición", sostuvo Hakuho que recuerda que el sumo es un deporte muy popular en Mongolia, donde los niños aprecian esta disciplina tanto como la que tradicionalmente se practica en ese país.
Hakuho sólo tuvo buenas palabras para Japón, país que lo acogió cuando tenía 15 años y pesaba 62 kilos, y reconoció que ama la cultura nipona y el sumo porque se muestra un respeto ceremonial al luchador que pierde y en el que los gesto tienen gran importancia.
En los momentos previos al combate, los luchadores representan sobre el dohyo (especie de ring) un repertorio de movimientos para mostrar su fuerza y justo después clavan su mirada en el contrincante.
"Lo importante es conseguir zafarse del primer movimiento y empujar", señaló el parco y tímido Hakuho.